Hemos
explicado algunos conceptos básicos y también trajimos a colación lo que para
uno de los grandes hombres y más exitosos de los últimos tiempos representa el
éxito. Así, mencionamos las 12 reglas del éxito de Jobs, pero solo las citamos a modo ilustrativo, por lo que
queremos enfocarnos brevemente en cada una de ellas.
La quinta: Sé emprendedor
Cómo no serlo, si esa es
prácticamente toda la esencia de un buen inversionista. Está claro que
emprender implica factores que para ciertas personas resulta mucho más
sencillo, como por ejemplo el ir, preguntar, habilitar un negocio, hablar con
la gente, con productores o con los distribuidores, regatearles, pedirles
precios, examinar el mercado, comparar, cerrar si es necesario y reabrir en
otro lugar, entre otras miles de actividades que para otros es más difícil, ya
sea ello por la falta de seguridad en uno mismo, por la carencia de viveza o
adiestramiento para el efecto, del temor al rechazo, de no conocer las bases de
una negociación ventajosa, entre otras también de miles de opciones posibles.
Entonces quizás el ser emprendedor
esté más limitado a lo que realmente estamos capacitados a realizar por nuestra
propia cuenta y cuanto notamos (lo importante de conocernos a nosotros mismos, regla 1) que evidentemente hacemos
aguas por todas partes, pues más bien contratar a alguien que tenga mejores
cualidades. Jobs contrató en su empresa a alguien que lo creyó mejor para el
trabajo que requerían en su momento, que era la proyección de las ventas, la
promoción de sus productos, la expansión de Appel y efectivamente no significa
que por ello dicho genio haya dejado de ser emprendedor.
Más adelante también mencionaremos
otras vertientes y miramientos de este punto que no se agota en lo expuesto,
dado que las diversas perspectivas sobre la cuestión innumerables.
Está
de moda el emprendedurismo como una suerte de solución a todas las
problemáticas existentes pero no es así, y si bien es cierto que es una parte
fundamental de todo esto, la cuestión hay saberla manejar.
No es emprendedor quien renuncia a su
empleo, ese que le permitía vivir dignamente con su familia para arrojarse sin
paracaídas a abrir de la nada un negocio propio, sin conocimientos en la
materia, sin capital suficiente, sin tener mínimamente algunas perspectivas
sobre el mercado, entre otros miles de ejemplos más. O quizás sí lo sea, pero
emprender de ese modo más bien resulta un equívoco, y no nos equivocamos al
decirlo.
El punto está en arrancar, pero
conociendo medianamente los resultados, planificando los efectos y las consecuencias
del accionar, y por sobre todo, pensar de modo adecuado cuál será el mejor
momento para principiar algo. Respecto al momento recordemos esa historia que
siempre contaban los grandes respecto a la rana que se encontraba en un latón
con agua hirviendo y que a medida que ascendía más y más el calor el agua la
misma más y más intentaba bajar la temperatura de su cuerpo, hasta que no pudo
más, entonces fue cuando decidió salirse del latón, pero ya no contaba con las
fuerza suficientes para el efecto. Así es la cuestión del momento. Esperamos,
aguantamos, equilibramos nuestro entorno, y eso nos desgasta. Cuando queremos
salirnos, ya no es el momento, ya estamos demasiados agotados para el efecto.
Las decisiones son siempre
valorables, pero más lo serán si son excelentes decisiones, las que por cierto
solo el tiempo las califica.
Cuando Jobs se refirió a este punto
seguramente tuvo en cuenta el factor tecnológico, en el que emprender es la
lengua materna de todos aquellos que son parte de ese ámbito, por lo que sé
emprendedor, pero mantente alerta.
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